Depredador: La presa – Una cacería perfecta y llena de nostalgia para la tribu

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“¿Por qué quieres cazar? Porque todos ustedes creen que no puedo. Vi una señal en el cielo… Él sabe cómo cazar. Yo sé cómo sobrevivir.”

El terreno de la ciencia ficción es único, arriesgado e infinito en cualquiera de sus expresiones culturales por lo mucho que puede o no contar sobre el cosmos, sus entrañas y sus alrededores. Algunos de los personajes más recordados del género han viajado por el gran espacio, visitado galaxias o bien, han tenido contacto con otros seres. Tal es el caso de Wikus Van De Merwe en “Sector 9(Neill Blomkamp, 2009) y Ellen Ripley en ALIEN: “El octavo pasajero” (Ridley Scott, 1979).

Otro de esos seres que nos ha regalado el sci fi es aquel llamado Hish-Qu-Ten o Yautja, mejor conocido para algunos cinéfilos como el Depredador, una raza brutal tribal adicta a la cacería de varias especies. Hablar sobre la figura principal que es el esta criatura nos obliga a tomar un pequeño viaje por las cintas que nos traen en pleno 2022 una nueva producción que sirve como precuela de la historia de este particular villano.

Los orígenes de la cacería: quien es el Depredador

Este personaje fue creado por Jim y John Thomas. Su primera aparición en pantalla grande fue en 1987, bajo la dirección de John McTiernan, contando con las actuaciones de Arnold Schwarzenegger, Carl Weathers, Jesse Ventura, Richard Chaves, Kevin Peter Hall, Elpidia Carrillo, Sonny Landham y Shane Black entre otros. Algunos recibieron con entusiasmo la primera entrega que comenzaría una saga vigente hoy en día.

Tres años después (1990) se estrenaría Depredador 2, dirigida por Stephen Hopkins y estelarizada por Danny Glover, el cual encarnaría a Mike Harrigan, personaje que se enfrentaría al “City Hunter” en medio de una gran guerra de pandillas y una ola de calor infernal en Los Ángeles en la que ambos deseaban el mismo trofeo con métodos muy diferentes para conseguirlo. Con un escenario caótico y una trama casi perfecta, Hopkins nos ayudaría un poco más a conocer cómo esta especie se movería en nuestra urbanidad y nos presentaría a otro Yautja, “Greyback”, un anciano que le otorga esa ya famosa arma de Raphael Adolini a Mike y el respeto de su especie.

Fue hasta el 2010 que Nimród Antal y Robert Rodriguez nos llevaría con “Depredadores” a un entorno similar de su primera entrega pero muy diferente en idea y con los personajes de Royce (Adrien Brody) e Isabelle (Alice Braga); con una historia no muy bien ejecutada y una trama simple pero entretenida donde daban a conocer que el entorno de cacería había cambiado y ahora el humano, como presa, tenía que conocer el entorno de los cazadores si buscaba sobrevivir.

Finalmente, tras ocho años de ausencia, en el 2018 llegaría “El Depredador”, trabajo dirigido por Shane Black y escrito por Black y Fred Dekker, llevando al Depredador a enfrentar a Quinn McKenna un ex miembro ranger del ejército de los estados unidos (Boyd Holbrook) junto a un equipo de exsoldados, los cuales tendrían que sobrevivir ante el “Ultimate Predator”, un cazador modificado y que bien podría considerarse un “Mala sangre” cuyo objetivo era asesinar a un “fugitivo” Yautja. La cinta no lograría sorprender a nadie por ser algo muy diferente a lo que nos tenían acostumbrados, entregando una película de acción y comedia que a muy pocos convencería, pero se podría salvar por sus pocas batallas y escenas sanguinarias.

Prey: The Next Predator Movie Gets A New Trailer And Poster

La cacería en tiempos comanche: Cazador y Presa

Después de esos tropezones, se pensaba que ya no veríamos más sobre el Depredador en su entorno de entrenamiento y cacería, pero gracias a Star + en Latinoamérica y Hulu en Estados Unidos, ha llegado una nueva producción cinematográfica con un guion de Patrick Aison y la dirección de Dan Trachtenberg; un regreso donde viajamos 300 años atrás en los tiempos de la Nación Comanche, guiados por la mano y ferocidad de Naru (Amber Midthunder) una joven guerrera entrenada y creada bajo las sombras de esos legendarios cazadores que deambulan por las Grandes Llanuras. Ahora con sus conocimientos, ella tendrá que proteger a su gente por el peligro invisible que amenaza su hogar.

Nuestra protagonista es tan fuerte que no necesita ser la princesa en apuros ni tiene que ser salvada por un caballero andante, aunque la película por cierto momento maneja esa idea. Naru es fuerte en el exterior como interior; algo que se muestra evidente hasta la batalla final. Su arco va de menos a más tomando una fórmula simple que funciona, no volviendola invencible pero si una guerrera que hará de todo para demostrar que tiene garra y espíritu al proteger a los suyos. Una manera de inclusión que refresca la saga en todo su esplendor.

Por otro lado está el imponente Depredador, un rival que se mueve en silencio con una actitud tribal; jugando con todos los sentidos de sus rivales y desatando la mayor brutalidad posible que al propio espectador le hará estar al borde del asiento con silencios y la piel de gallina, deleitandonos con sus ataques sigilosos o abruptos, como si esto fuera una partida en un tablero de ajedrez. Su desarrollo es claro: vigilar, entender y atacar si es atacado o se siente intimidado buscando simplemente demostrar que es el mejor cazador de la galaxia.

Ambos personajes destacan en una búsqueda por establecer cierto dominio, siendo cazador y presa, todo ajustado al orden natural de las cosas y el factor de inteligencia sobre fuerza.

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Volviendo a las raíces: Tratchenberg y una precuela que revitaliza

Es curioso como una primera entrega puede plantar el amanecer de una gran saga y como sus secuelas pueden llevarla al olvido. Pero a veces, una nueva cinta que funciona como precuela, nos puede entregar a manera de tributo un buen producto que logra traer el espíritu de la idea original y la garra devastadora de su esencia devolviendo aquello en lo que sus antecesoras fallaron.

Depredador: La Presa (Prey) revitaliza la saga llendo hacia atrás, con aciertos y fallas donde las cartas de juego cambian, otorgándonos a nuestra primera protagonista femenina. Pero, sobre todo, nos lleva hacía lo feral en un contexto histórico de época gracias a la asesora comanche Juanita Pahdopony, la cual nos ayuda a ver con otros ojos este universo en medio de un relato de ciencia ficción lleno de simbolismos, acción devastadora y un camino que ya hacía falta recorrer, sumado a un Yautja rudimentario que vuelve al ruedo para obtener sus más preciados trofeos.

Trachtenberg sabe donde se encuentra la cadena de mando, colocando la cámara en algunos momentos de manera muy cercana. Desde el comienzo, la historia va dejando pequeños puntos y pistas en el camino hasta unir la brutalidad e inteligencia, al cazador y la presa en uno solo. Hay que destacar la escena en que hay entre una hormiga, una rata y una serpiente, lo cual le ayudará a nuestro brutal cazador (Dane DiLiegro) y al espectador, el entender cómo funciona la “ley del más fuerte” en este universo.

Con ello, Dan Trachtenberg (10 Cloverfield Lane) nos deja claro esa vuelta y tributo a las raíces de aquella primera entrega, incluso de aquella secuela urbana, la cual iba paso por paso y calculando el terreno de juego para armar la mejor cacería. Todo esto para encajar en una naturaleza y mundo no explorado, lo cual será enriquecedor y nos remite a los conceptos de Jim y John Thomas, los creadores del personaje y el cómo lo concibieron a través de una carrera entre la protagonista y antagonist mientras conocen entre luz y sombras el terreno de juego, todo sea por obtener el trofeo de la supervivencia y la cabeza como vida del otro.

Este es un simple juego del gato y el ratón, fuerza física contra fuerza mental dentro de baños de sangre y adelantarte a la mente del rival.

Cazar o ser cazado: no es tan fácil ser la ‘Presa’ 

Aunque la historia de Naru (Midthunder) no es novedosa y termina siendo la de ese personaje que rompe reglas y paradigmas con tal de salir avante, el guion de Patrick Aison con ayuda de Trachtenberg, acierta y cobra mayor fuerza dando una nueva voz a la saga y respetando el contexto en el cual está situado históricamente este trabajo, ofreciendo una reflexión acerca de aquella persecución y cacería histórica a los pueblos indios americanos.

Otro punto positivo es que logra tratar con respeto a las tribus comanche y su simbología como entorno, sin olvidarse de contarnos un relato de ciencia ficción y crecimiento personal; trabajo que se ve cobijado por la fotografía de Jeff Cutter, quien nos regala unos hermosos paisajes naturales tan claustrofóbicos como aterradores a la hora de la batalla, los cuales nos hacen estar completamente sumergidos en la historia con las armonías y tonos de la musicalizadora Sarah Schachner quien se aprovecha de ciertos momentos para incluir la nota perfecta.

Pero no todo es miel sobre hojuelas, ya que la película tarda algo en arrancar, aunque es para irnos colocando en el entorno y los pormenores precisos que vivirán tanto el cazador como la presa antes de enfrentarse en esa esperada batalla final. Este tipo de detalles nos ayudan a avanzar en la trama y quizás, anticiparnos a lo que podría venir. Una buena construcción que hace muy atractiva su desarrollo y todo lo que nos otorga esta entrega pese a que no tiene los mejores efectos visuales dentro de la saga, detalle ineludible que si pasan por alto, podrán disfrutar de buena manera este encontronazo.

Sin duda alguna, un cazador no espera, caza sin importar que tan afilado este el cuchillo. “La presa” nos deja esto muy en claro con su historia llena de acción, simbolismos que alimenta el alma tribal que tiene el filme; otorga un respeto hacía los fans del personaje y a los mismos comanches. A su vez, encuentra algo de redención con algo que podría haber sido más espectacular pero que el mismo estudio puso un poco el pie, ¿su mayor pecado o error?

Lo que es innegable es que pasan los años, y dentro del terreno de la ciencia ficción, el Depredador sigue vigente, siendo tan importante como imponente en el mundo de las novelas gráficas o cómics, videojuegos y los ya arriesgados enfrentamientos que tuvo contra los xenomorfos en pantalla grande. Ahora, Trachtenberg y Aison aciertan en contarnos una historia de crecimiento y evolución en medio de un juego retorcido de sobrevivencia, el cual dejara a más de uno deseando por más; las referencias de su universo están a la orden del día.

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