«La Mujer Rey»: Viola Davis reina en esplendor

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La historia y los acontecimientos que moldearon al mundo, resultan en una fuente inagotable par producciones que además de entretener, puedan despertar el interés por comprender el pasado así como dejar mensajes que suponen aprendizajes o señalamientos a situaciones que pueden cambiar con la comunicación adecuada.

Desde la inmensa película muda Napoleon hasta la reescritura de la línea temporal con acción y comedia plasmada por Tarantino en Bastardos Sin Gloria, Django Once Upon A Time In Hollywood, para 2022 estas propuestas encuentran en La Mujer Rey un nuevo aire que, pese a que se toma libertades, la acción y las buenas actuaciones consiguen construir un producto efectivo, épico pero sobre todo, un poderoso altavoz para llamar a la unidad femenina sin despotricar al género masculino.

En la década de 1820, en África, una unidad militar exclusivamente femenina del reino de Dahomey se prepara para luchar contra las tropas invasoras del Imperio de Oyo, cuyo propósito es esclavizar a la población conquistada.

Tras el éxito que supuso La Vieja Guardia, Gina Prince-Bythewood confirma su capacidad para filmar y dirigir escenas de acción, todas con una efectiva vibra emocional que permite conectar de lleno con personajes que poseen un trasfondo mejor construido, más inclinado a la crítica social.

Prince-Bythewood lee de correctamente el guión de Dana Stevens para plasmar de manera espectacular el mundo, la sociedad y la estética de las guerreras de Dahomey. Cada diálogo, cada cicatriz y cada ritual son atractivos, un gancho para el espectador que pronto se entrega de lleno a la historia, a las preocupaciones, así como de los fuertes señalamientos a circunstancias que lamentablemente hoy en día sufre la población en general.

El guión presenta dos caras. Por el lado de la positiva, la trama va de menos a más, evitando bajones, confeccionando un entorno en el que convive la naturaleza con el colonialismo, ya sea a través de vestuario llamativo o de un maquillaje que hace de los pequeños detalles grandes simbolismos efectivos.

En lo negativo, las libertades históricas que llevan a dibujar a la élite de mujeres como libertadoras, luchadoras sociales y adelantadas a su época, postura al otro extremo de la realidad, con la crueldad, la esclavitud y la violencia iracunda como principales características de las mujeres del rey de Dahomey. Esta circunstancia termina por afectar un poco la efectividad del relato, del mensaje, con sensaciones de hipocresía para aquellos que esperaban un retrato fiel de este reino o que cayeron en la mercadotecnia que prometía una cinta más apegada a los hechos reales.

No obstante, hay mucho más por apreciar que por lo que lamentarse, siendo la música del jazzista Terence Blanchard y el productor Lebo M un deleite que realza la adrenalina de los combates, la belleza del entorno tribal o simplemente, la dinámica presente en esta hermandad militar.

La fotografía de Polly Morgan, responsable de dicho departamento en A Quiet Place Part II, Where The Crawdads Sing Legion, ayuda a disfrutar de cada aspecto visual que tiene por ofrecer la cinta, pasando de un ambiente más íntimo a uno más violento, natural y salvaje.

Las actuaciones también destacan con luz propia, demostrando con sus poderosas musculaturas su compromiso y su lenguaje gestual las trasnforma en auténticas guerreras. Lashana Lynch, Sheila Atim, Jayme Lawson y Shaina West acompañan de gran manera a Thuso Mbedu y a Viola Davis, siendo estas dos últimas las que cargan con la película. Por el lado de Mbedu, su Nawi personifica la presunción juvenil que puede ser moldeada para cambiar la realidad. Mientras que Davis con la general Nanisca, se convierte en un arma de peligro latente sin dejar de lado una profunda humanidad, siendo obvio su gran nivel que puede llevarla a nominaciones importantes.

Habrá que reconocer que la sensación de peligro para las Agojies, alejándose de la tendencia a bajar el nivel a los enemigos. Toda incursión y decisión tomada tiene consecuencias, mismas que son lógicas, tienen importancia, a la vez que son transformadas en giros que funcionan a la perfección.

Con todo esto, La Mujer Rey es una cinta que sorprende, emociona y ayuda a sentar las bases para un cine femenino de grandes presupuestos que sin dejar de dar mensajes importantes, evita irse por la victimización, entregando una experiencia de acción que vale la pena ver en pantalla grande.

 

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